Una foto en Instagram del detalle de un anillo de compromiso en una mano es la forma más popular de anunciar un matrimonio.
El anillo simboliza compromiso, simboliza amor. También representa estatus social y cuánto dinero tienes, pero en realidad la historia de los anillos de compromiso es bastante reciente y sobre todo, una estafa.
No nos referimos a que tu novio en realidad no te quiere, si no a que ese anillo, en cuál se gastó dos meses de salario, en la vida real no vale tanto como quisieras.
En este artículo te contamos cómo surgió la tradición de regalar un anillo para pedir matrimonio y por qué nunca vas a poder venderlo para recuperar tu dinero.
Comencemos por los diamantes
Para finales del siglo XIX, las parejas se casaban por montones. A veces por amor, a veces por conveniencia u obligación. Sin embargo, había algo que las parejas no solían hacer y eso era darse un anillo de compromiso.
De acuerdo a la Sociedad Americana de Gemas, el primer anillo de compromiso “tradicional” lo recibió María de Borgoña en 1477. Desde ahí se convirtió en una mini tradición en las élites europeas, pero se usaban otras piedras preciosas y diferentes metales.
De hecho el anillo de compromiso de la Reina Victoria tenía una esmeralda, no un diamante.
Obviamente la gente que podía acceder a esta tradición no era mucha y por eso realmente no era una práctica popular.
Adelantemos a finales del siglo XIX otra vez. Aunque los diamantes eran raros y difíciles de conseguir, todo cambió en 1870 cuando se descubrió una mina gigante de estas piedras preciosas en Sudáfrica. Así podían sacar cientos de diamantes por día.
En su investigación sobre los diamantes, el periodista Edward Jay Epstein descubrió que desde ese momento el valor de estas piedras bajó considerablemente. Incluso, los dueños de estas mineras temían que se volvieran una piedra semi-preciosa.
¿Qué hicieron? Pues monopolizaron los diamantes bajo una empresa llamada De Beers Consolidated Mines, Ltd. Tú puedes decir “Eso no es verdad. Existen muchas compañías de diamantes como Diamond Trading Company, The Syndicate, Central Selling Organization.”
Malas noticias, todas esas compañías le pertenecen a De Beers.
Como tenían el control absoluto de estas piedras, hicieron que su acceso sea muy difícil para subir el precio de los diamantes. En realidad hay muchísimos diamantes, no son raros, ni exclusivos. Solo nos han hecho creer que sí.
¿Por qué todos comenzamos a dar anillos de compromiso?
Para 1939, los diamantes sí se vendían, pero no tanto. Por eso, Harry Oppenheimer, el hijo del fundador de De Bees, contrató a una empresa de publicidad en Nueva York para que cree una estrategia de marketing alrededor de los diamantes.
Fue a esta empresa de publicidad a la que se le ocurrió la idea de ligar el amor con estas piedras preciosas. De acuerdo al artículo investigativo de The Atlantic, la empresa entregaba fotos de anillos de compromiso que se habían dado a personas de renombre para que revistas y periódicos lo vendieran como historias de amor.
También entregaban anillos de diamantes a estrellas de cine para que los entregaran como símbolos de amor eterno. Incluso hacían visitas a escuelas y colegios para hablar de los anillos de compromiso a niñas que desde ese momento soñaban con que el amor de su vida les regale un anillo.
Pero la cereza del pastel fue el slogan, creado por la copywriter Mary Frances Gerety, que decía “Un diamante es para siempre”. Este slogan confirmaba que un anillo con esta piedra era símbolo de compromiso eterno, pero también significaba que un diamante era único y por lo tanto no se debía revender, explica The Atlantic.
Las ventas se dispararon. Para 1941, habían crecido en un 55% solo en Estados Unidos.
En los años 60, De Beers llevó su campaña a Japón donde solo el 5% de las novias usaban anillos de diamantes. Después de catorce años de campaña, el 60% de las novias es este país tenían un anillo de compromiso.
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Actualmente un anillo de compromiso es un símbolo esencial en la pedida de matrimonio.
De acuerdo a una encuesta realizada por The Knot, la mayor parte de personas en Estados Unidos van a gastar de mil a 4 mil dólares en un anillo. ¡Esa es la entrada de un auto!
Pero bueno, al menos si los tiempos se ponen difíciles siempre puedes vender el anillo y recuperar tu dinero ¿verdad? Pues no.
¿Recuerdas eso de que “un diamante es para siempre” y por eso no debería revenderse? No es por amor, si no porque un diamante en realidad no vale mucho.
¿Cuánto vale un diamante?
En 1970, la revista Money Which? de Inglaterra decidió hacer un experimento para ver si un diamante era una buena inversión en un plazo de 10 años. Compraron dos diamantes a 400 euros y los mantuvieron en una caja fuerte. Cuando pasó el tiempo, intentaron vender los diamantes y lo máximo que les ofrecieron fue 500 euros.
Es decir, en una década solo ganaron 100 euros más. Pero las cosas se ponen peor.
La misma revista realizó otro experimento pero esta vez la inversión solo era de un año. Pagaron 745 euros por el diamante, su mayor oferta después de un año fue de 568 euros. Cuatro años después compraron un diamante a 2595 euros e intentaron venderlo después de una semana. Su mayor oferta fue de mil dólares.
El portal de finanzas Smart Asset explica que hay dos razones por las que los diamantes se deprecian tan rápido.
Primero, las joyerías obtienen sus diamantes de mayoristas y no deben pagarles a menos que la joya se venda. Entonces ¿por qué se arriesgaría a comprarte una joya que tal vez no puedan vender?
El segundo es que ¡existen un montón de diamantes! No te van a comprar una piedra que ellos tienen por montones.
De hecho, Smart Asset explica que muchas tiendas tienen políticas estrictas de no comprar diamantes de clientes porque el valor que te ofrecerían sería tan bajo que dañaría esta ilusión de que un anillo de compromiso es una buena inversión “para toda la vida”.
Así que si te vas a casar ¡felicitaciones! Pero sí vas a comprar un anillo invierte más en el oro, o escoge una piedra que en verdad valga la pena.