El misionero es considerada como la posición sexual más básica y posiblemente más retratada en el cine.
De acuerdo a la terapeuta sexual, Emily Morse, se trata de una posición donde la persona que va a penetrar se coloca encima y cara a cara con la persona que va a ser penetrada. La persona que está arriba puede controlar la penetración y la rapidez.
Aunque su nombre y su historia están ligados a una temática religiosa, resulta que el origen de esta posición puede ser menos solemne de lo pensado. Aquí te contamos lo que se sabe sobre por qué le decimos la posición del misionero.
La leyenda de “el misionero”
De acuerdo a varios artículos y expertos, el nombre de esta posición sexual nace de las primeras creencias cristianas que decían que las mujeres debían ser sumisas al hombre. Por lo tanto otras posiciones, como las que requieren que la mujer o personas penetradas se ubiquen encima, eran impuras e inmorales.
Los misioneros cristianos que viajaban por América, Asia y África enseñaban esta como la única posición permitida por la religión para tener relaciones sexuales. Por eso la llaman la posición del misionero.
Sin embargo, esto parece ser solamente una leyenda.
Los posibles orígenes de esta posición
En primer lugar y cómo se ha registrado en pinturas o en arte erótico a través de la historia, la posición del misionero exisitía muchísimo antes del cristianismo.
Por ejemplo, estas vasijas o esculturas de la cultura Recuay del Museo Larco en Perú, muestran a personas practicando esta posición muchos años antes de que Jesús siquiera llegara al mundo.
En segundo lugar, la creencia de que la mujer debía colocarse en posiciones sexuales sumisas parece venir de la antigua roma. La historiadora Patricia González Gutiérrez explicó en una entrevista para El País que en la antigua Roma, el sexo estaba guiado por el poder.
Las personas poderosas penetraban, y eran impenetrables. Por eso, las personas que eran vistas como inferiores como el caso de las mujeres, esclavos y personas de menor rango, estaban a la disposición sexual de su pareja “superior”.
Gonzáles cree que esta es una creencia que heredó el cristianismo, pero que no fue creada por la religión. Eso sí, eso de que el misionero era la “postura más casta”, sí lo hizo el cristianismo, especialmente un personaje al que conozcas como Santo Tomás Aquino.
Aquino consideraba que cualquier posición que no tenga contacto genital con genital, era no natural e inmoral.
Por último, en su estudio Posiciones misioneras: cristiana, modernista, posmoderna, el antropólogo Robert J. Priest, explica que no existe registro escrito que compruebe que los misioneros religiosos enseñaran esta posición con ese nombre.
El primer registro del nombre “el misionero” para referirse a esta posición sexual, aparece en el libro Sexual Behavior in the Human Male del investigador Alfred Kinsey. Sin embargo, Priest descubrió que Kinsey cometió un error.
Resulta que Kinsey creó este término a partir de un texto más antiguo llamado La vida sexual de los salvajes (1929) de Bronislaw Malinowski. Malinowski utiliza el término “estilo misionero” para referirse a la forma en la que los misioneros tenían relaciones sexuales entre los nativos.
Sin embargo, no era una posición específica. Kinsey malinterpretó el texto y escribió:
“Se recordará que Malinowski registra el uso casi universal de una posición totalmente diferente entre los trobriandeses en el Pacífico sudoccidental; y que señala que se realizan caricaturas de la posición angloamericana alrededor de las fogatas comunales, para gran diversión de los nativos, quienes se refieren a la posición como la «posición del misionero».
En conclusión, el misionero sí tiene una connotación religiosa y moral, pero que no necesariamente fue creada a partir del cristianismo.
Lo importante es que con el tiempo podemos quitarle esa connotación de posición sexual para dominar a una pareja. Si no como una práctica saludable que requiere consentimiento, precisión y que ambas personas pueden disfrutar si se ponen un poco creativos.