Fantasear con las personas que nos caen mal es más común de lo que nos imaginamos. Aquí te explicamos por qué.
Todo está vinculado con fantasías de dominación y sadismo (BDSM), explica el psicólogo social Justin J. Lehmiller, porque hay una connotación de poder, control, causar dolor sobre esa persona odiada, o ser dominados.
Una encuesta realizada en Estados Unidos por el psicólogo reveló que el 31% de los encuestados aseguró haber tenido fantasías sexuales con alguien que les desagrada al menos una vez, y el 3% dijo tener esos pensamientos de manera recurrente.
El análisis de Lehmiller apunta que estas fantasías son comunes en personas con comportamientos masoquistas, es decir que se excitan con el dolor, pero también con la baja autoestima. El psicólogo explica que pueden ser personas que no sienten que merecen a una pareja que los quiera y respete. Si nos ponemos a pensar, que nos gusten las personas que nos caen mal es la trama de un montón de comedias románticas: dos personas cero compatibles, que se odian, y finalmente terminan enamorados.
Para Marta Ridaura Alfayate, psicóloga especializada en familia, pareja y trauma, hay cosas que nos gustan y otras que nos desagradan de una misma persona, por ejemplo, la atracción física o el sentido del humor de alguien pueden resultarnos atractivos, y al mismo tiempo, la misma persona puede no caernos bien emocionalmente.
Ridaura da varias explicaciones al diario El País:
Por un lado, la dopamina, la adrenalina y la serotonina que segregamos cuando alguien nos atrae físicamente se mantienen, aunque nos caiga mal su personalidad.
Además, en medio del «odio» puede existir una sensación de competencia y el deseo puede aumentar con la misma intensidad.
Y por último, es probable que las razones por las que nos cae mal una persona sean una proyección de nuestras propias falencias o inseguridades. Por ejemplo, si tenemos una inseguridad, o sentimos que nuestra pareja no es muy atenta, y de repente llega una persona muy atenta y servicial puede chocar con nosotros, porque nos hace darnos cuenta de eso que nos falta o que no estamos recibiendo.
Y Lehmiller apunta que también hay un factor de jugar con lo prohibido, porque “el sexo con un individuo despreciado es una forma de coquetear con los tabúes sexuales».
Entonces, este deseo por las personas que nos caen mal puede darse por muchas razones, desde preferencias sexuales, búsqueda de nuevas experiencias, hasta problemas de autoestima. Pero, definitivamente, es más común de lo pensado.