8 passengers (8 pasajeros) era el canal de youtube de la mamá influencer, Ruby Franke. En sus vlogs, Ruby compartía las aventuras de ser madre con sus seis hijos y esposo. Su canal de más de 2 millones de suscriptores, de acuerdo a NPR, compartía el día a día de los niños con juegos, retos e incluso algunos momentos íntimos como peleas.
En septiembre de 2023, Ruby Franke fue arrestada por maltrato y abuso infantil de sus cuatro hijos menores de edad. De acuerdo a los reportes, el Departamento de Seguridad Pública de Santa Clara-Ivins respondió a una llamada de auxilio del hijo de Franke y lo encontraron a él y su hermana de 10 años con señales de desnutrición y amarrados con cinta adhesiva.
Ruby Franke es solo una de las muchas mamás influencers que han sido acusadas o arrestadas por abuso o explotación de sus hijos en redes sociales. En Julio de este año, Jessica Gasser, influencer de TikTok y mamá de una niña de 3 años, fue detenida por mentir sobre la condición de salud de su hija para crear contenido.
Gasser llevaba a su niña a hacerse exámenes y tratamientos, al punto de sacarle sangre 28 veces, reporta Huff Post. También hacía recolectas de dinero para comprar implementos médicos que la niña no necesitaba.
Aunque los canales familiares en Tiktok e Instagram son populares y lucrativos, poco se habla de los daños que sufren los niños que son forzados a aparecer en cámara. Sin mencionar el impacto en el autoestima de las madres y padres que siguen estas cuentas llenas de expectativas falsas sobre cómo luce la paternidad y maternidad.
Este es el problema de las mamás influencers.
¿Mamás influencers o hijos influencers?
En su video The DARK TRUTH About Mommy Vloggers (exploitation, lying, victimizing), la youtuber Toni Bryanne explica que los canales de mamás influencers o familias influencers no se suelen centrar en los padres, sino en los hijos.
Es decir, la gente no está tan interesada en los adultos sino en lo que hacen los niños porque los encuentran adorables y divertidos.
Ese es el caso de Jacquelyn Eleanor, una madre que maneja la cuenta de TikTok de su hija Wren Eleanor, una niña de cuatro años que tiene 17 millones de seguidores. Aunque la madre aparece en ciertos videos, la cuenta está enfocada a la niña y sus actividades diarias. Otro canal enfocado en los niños, es el de la familia Fluellen, con más de 4 millones de seguidores donde los tres hijos son el centro de atención.
Como estos, existen cientos de cuentas con millones de seguidores que ven cada paso que hacen los niños, y como bien sabes, muchas visualizaciones y seguidores significa posibles negocios con marcas o patrocinios.
En ambos casos, las familias ganan dinero por el contenido que suben de sus hijos. La cuenta de Wren Eleanor tiene una colaboración con la marca de ropa Pat Pat y la familia Fluellen tiene un negocio con la joyería Kay Jewelers.
@wren.eleanor @PatPat is the place to shop for Back to School! Extra 15% off with code 15wren 🥰#PatPat #BacktoSchool #PatPatBacktoSchool ♬ Adore – Instrumental – GC
@fluellenfam Grwm for brunch in Nashville 💕 #KAYpartner Wearing my favorite studs from @Kay Jewelers that my babies picked out for me 🥹😍 #KAYJewelers #KAYCrew #grwmbrunch #nashvillebrunch ♬ original sound – Alyssa Fluellen
Sin embargo este negocio se expande hasta la promoción de juguetes, productos de limpieza, artículos tecnológicos y demás.
El problema, en primer lugar, es que el dinero de estos negocios no va a los niños, sino a los padre.
Actualmente, solo el estado de Illinois en Estados Unidos obliga a los padres a compensar a sus hijos por aparecer en blogs o redes sociales que generen ingresos, explica el buró de abogados George J. Skuros.
Además, los canales familiares generan muchos ingresos ya que al ser contenido “amigable” las marcas prefieren pautar en este tipo de cuentas. Si se hace mucho dinero, eso requiere sacar cada vez más contenido. O sea, más trabajo no remunerado para los niños.
El problema de la privacidad
De acuerdo a los estudios, después de la pandemia de COVID-19, los padres compartían más contenido sobre sus hijos en redes sociales.
A esto se le conoce como sharenting, o la combinación de las palabras en inglés “share” (compartir) y parenting (paternidad/maternidad). Es decir, padres que comparten mucho sobre sus hijos en Internet, como tu mamá que te toma fotos y luego las sube al estado de Whatsapp sin que tú sepas.
Pero una cosa es compartirlo al grupo de tías de la familia y otra es grabar momentos familiares para compartirlo con extraños en Internet. Peor aún, filmar momentos vergonzosos, vulnerables o shockeantes para así generar más visualizaciones.
Es por eso que estos canales familiares en Youtube y TikTok están llenos de bromas crueles para crear reacciones fuertes en los niños como llantos, miedo o para hacer quedar bien a los padres.
Por ejemplo, la mamá influencer Jordan Cheyenne, decidió decirle a su hijo que su mascota había sido diagnosticada con una enfermedad y posiblemente fallecería. Lo hizo en cámara. Al final del video, en una parte que parece no haber sido borrada, se ve como Jordan obliga a su hijo a posar llorando para poder usarlo como la portada del video.
El niño responde que está llorando de verdad mientras que su mamá le sigue dando direcciones y finge llorar para la foto.
El negocio de explotar la imagen de niños online es tan rentable que cuando la Youtuber Nikki Philippi se enteró que si adopta un niño de Tailandia no lo podía sacar en redes sociales durante el primer año, decidió detener la adopción.
Los niños, que están a merced completa de sus papás, no tienen voz, ni pueden decidir si quieren aparecer o no.
En su investigación para The Atlantic, la periodista Taylor Lorenz explica que cuando los niños entienden que tienen una presencia online inevitablemente se buscan a ellos mismos en Internet. Las reacciones no son muy positivas, muchos niños se sienten avergonzados e incluso enojados con sus padres por las fotos que han publicado, explica Lorenz.
Además, tenemos que recordar que lo que se postea en Internet, no desaparece. Esos videos y fotos perseguirán a esos niños por el resto de su vida adolescente, adulta, en su primer trabajo y en futuras relaciones.
Esto sin contar que pueden terminar en manos de abusadores sexuales.
Las mamás influencers y la mentira de la maternidad
Dejemos a los niños de lado por un momento y centrémonos en las madres y padres influencers, especialmente las madres que son las que aún ocupan, en su mayoría, los roles del hogar.
Para la autora y periodista, Jo Piazza del podcast Bajo la Influencia, sobre maternidad y redes sociales, el problema de las mamás influencer vende una expectativa falsa de lo que es la maternidad.
Las mamás más famosas de TikTok no son las que tienen vómito en su camiseta y se están recuperando de la cicatriz de una cesárea. Las mamás influencers son bonitas, se mantienen fit, se visten bien, están peinadas, sus hijos son perfectos, sus casa están limpias y siempre tienen un producto para promocionar.
Sarah Petersen es una autora que escribe sobre sus experiencias como mamá viendo a mamás influencers. Para ella el gran atractivo de estas mujeres es que crean una especie de soporte emocional para madres de la vida real que están abrumadas con todas las decisiones que deben tomar.
De repente aparece esta mujer superpoderosa en TikTok que te dice qué hacer, qué comprarles a tus hijos, cómo planear sus atuendos, qué productos comprar y crea una falsa sensación de seguridad.
El mundo de las mamás influencers es uno que necesita cambiar en el futuro. Cada vez más países crean leyes de protección a los niños en redes sociales y está en nosotros como público dejar de romantizar las vidas perfectas que vemos en pantalla.
Porque como nos enseña el caso de Ruby Franke, muchas veces lo que pasa detrás de cámara no es “bonito” para postearlo en TikTok.