Hablemos de la fama en la infancia. El mundo del espectáculo no es para todos. Tampoco debería ser para todas las edades. Es un territorio repleto de atención, excesos, complacencias y muy pocos límites. Una combinación complicada cuando se trata de criar un niño y forjar su caracter y personalidad.

Las largas jornadas laborales, faltar a la escuela, estar rodeado de gente mayor y no niños de edades similares, y saltarse pasos en la formación de los niños pueden afectar su proceso de crecimiento y desarrollo emocional. Además, altera la forma en la que interactúan con el mundo a su alrededor.

El sitio especializado Psicología y mente explica que es durante la infancia cuando los seres humanos construimos relaciones con nuestro entorno y generamos vínculos y afectos. También enfatiza en que una alteración en cómo nos relacionamos con el entorno desde una temprana edad puede generar consecuencias a futuro, como trastornos mentales.

Por otro lado, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) resalta que en los primeros años de vida es cuando se determina cómo seremos en la adultez, nos adentramos en la cultura de la que somos parte, adquirimos los valores y principios que regirán en nosotros a lo largo de nuestra vida. Por eso es vital para la formación tener un correcto acompañamiento y guía, así como no dejar de lado el juego como una herramienta para comprender cómo comportarse. 

Entonces ¿cómo afecta la fama en la infancia?

El blog de consultas médicas Más que médicos habla sobre los efectos de la fama en el desarrollo de la personalidad, y concluye que «alcanzar el éxito y ser reconocido públicamente puede resultar abrumador, y provocar un nivel de estrés que pondría en peligro la salud mental» dejando como consecuencias depresión, ansiedad y adicciones.

Estar expuestos a ese ambiente desde muy jóvenes, puede dejar huellas difíciles de borrar.

Hay muchos ejemplos, como el actor Macaulay Culkin, que interpretó a Kevin McCallister en la película Home Alone o Mi pobre angelito en el año 1990 cuando él tenía solo 10 años. La fama pudo más que él, y fue cuestión de tiempo para que se revelara ante su padre — a quien Culkin acusa de abusar de su fama y explotarlo— y empezara a abusar de las drogas. Tenía muchísimo dinero y una infancia atípica: hizo 15 películas en siete años.

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El actor y músico ha superado su etapa de experimentar con sustancias y habla abiertamente de su experiencia con ellas. Pero sin duda, haber estado en el centro de todas las miradas nubló su juicio y guió sus decisiones en su adolescencia. Se casó a los 17 años y se separó 2 años más tarde. La fama lo obligó a crecer a un ritmo mucho más acelerado que cualquier otro niño común y corriente.

También está la cantante Demi Lovato, una chica Disney, que primero interpretó a Ángela en la serie infantil Barney y sus amigos

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Lovato ha contado en su documental Dancing with the devil que haber crecido en la industria del entretenimiento le significó muchos problemas. Fue víctima de una violación a los 15 años mientras grababa una película. Eso la llevó a empezar a tomar alcohol y consumir drogas a los 16 años, un problema con el que ha luchado, entre altos y bajos, hasta ahora que tiene 30 años. Uno de sus puntos más preocupantes fue cuando sufrió una sobredosis en 2018.

O la actriz Drew Barrymore, que llegó a la fama a los 7 años con su rol de Gertie en la película E.T. Pero a los 13 años tuvo que ser internada en un centro de rehabilitación por su consumo de marihuana, cocaína y alcohol.

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Todos tienen algo en común, de chiquitos saltaron a la pantalla, y al crecer cayeron en adicciones y trastornos mentales, abrumados por la sobre estimulación del mundo de la fama.

En esta entrevista para The Guardian, en 2015, Drew Barrymore habló de cómo fue crecer en ese entorno. Ahí confesó que tener padres ausentes, estar rodeada de cámaras y no tener límites resultó en que, a los 11 años tuviera un problema con el alcohol, a los 12 ya era drogadicta y a los 13 fue hospitalizada por cortarse las muñecas.

De acuerdo con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, la etapa de los 12 a 14 años es cuando los adolescentes jóvenes apenas están aprendiendo a verbalizar bien sus sentimientos y empiezan a desarrollar una noción clara de lo correcto y lo incorrecto.

Vivir a un ritmo acelerado puede distorsionar esas etapas y vemos las repercusiones en ejemplos de la vida real.

Cuando todo lo que podía salir mal, sale mal

Muchos de estos casos son personas que si bien cayeron en los excesos durante su infancia y adolescencia, al crecer y madurar pudieron superarlos. Pero la historia no es la misma para todos.

Judy Garland: Fue una reconocida actriz que surgió de su interpretación de Dorothy en El Mago de Oz (1939) cuando ella tenía 16 años. Murió a los 47 años por una sobredosis. ¿Qué hubo en el medio? Hollywood y sus excesos.

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El medio abc Play relata que la productora Metro Goldwyn Mayer (MGM) ponía a disposición de la joven actriz anfetaminas de día para aguantar despierta, barbitúricos de noche para descansar. Así llevaba sus días de rodaje. Para asegurar que tuviera la «figura ideal», la sometían a estrictas e inhumanas dietas. Esas restricciones la llevaron a otros vicios, cómo fumar tabaco.

Además, parte de la cultura del entretenimiento, más en esa época pero aún presente, era compararla con otras actrices, exigirle ciertos estándares. Toda la presión, el ambiente, y la fama en general la llevaron a consumir frecuentemente morfina, cocaína y alcohol, hasta que finalmente falleció en 1969.

Tuvo grandes papeles en una carrera intermitente, llena tanto de éxitos como de escándalos. 

Amanda Bynes: Es un caso más actual y sigue siendo noticia. Bynes es actriz, presentadora de televisión, cantante y diseñadora de moda. Tiene 37 años y empezó en la actuación a los 7. En 2002 interpretó a Holly Tyler en la comedia What I Like About You y su carrera despegó.

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A los 16 años ya tenía acceso a marihuana, cocaína y éxtasis. Aunque dijo en una entrevista con Paper Magazine que no era adicta, solo los consumía ocasionalmente. Pero lo que sí le causó un problema fue el consumo de Adderall. Había leído que la anfetaminas recetada para tratar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, pero que ella había leído servía también para adelgazar.

Empezó a tomarla regularmente y esto afectó directamente su estabilidad mental. En 2010 dejó de actuar. Su consumo de drogas aumentó, su salud mental se deterioró y protagonizó varios altercados con la justicia, como cuando en 2012 la detuvieron por conducir bajo los efectos del alcohol. O en 2013 cuando la acusaron de posesión ilegal de marihuana. Luego fue arrestada por iniciar un incendio en la casa de un vecino y finalmente fue internada en un centro de rehabilitación.

Sus padres pidieron una tutela legal para cuidar de ella, como pasó también con Britney Spears en su momento, uno más de estos mediáticos casos en los que la fama en la infancia hace una mala jugada. Eso implicaba que sus padres podían administrar sus asuntos financieros, así como la vida cotidiana de la actriz. 

Desapareció de la luz pública por unos años y en 2018 volvió a las redes manifestando su intención de regresar a la actuación, pero no sucedió. Su vida sigue siendo, hasta ahora, una montaña rusa de emociones y momentos, entre las drogas y su frágil salud mental.

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